Una partitura animada con demasiadas notas fallidas… pero que guarda, en su última escena, una melodía que merece ser escuchada.
Clásico número 8
Estrenada el 20 de abril de 1946 en Nueva York, Tiempos de melodía (Make Mine Music) es una de las llamadas “películas paquete” con las que Disney intentó mantenerse a flote durante la posguerra. Sin recursos para producir un largometraje convencional, el estudio apostó por una colección de cortometrajes musicales que unieran animación y banda sonora en clave de concierto ilustrado.
La idea era recuperar, en parte, el espíritu de Fantasía (1940), pero acercándose a estilos musicales más contemporáneos, como el jazz, la balada romántica o el swing. El resultado fue una película compuesta por diez segmentos independientes, con enfoques muy variados y una calidad profundamente desigual.
Diez piezas, una sola que emociona
Esta pelicula se abre con The Martins and the Coys, una parodia hillbilly de las disputas familiares del sur de EE. UU., y continúa con títulos como Blue Bayou, All the Cats Join In, Casey at the Bat o Peter and the Wolf. A lo largo del metraje desfilan estilos de animación, tempos narrativos y recursos visuales muy diferentes, sin un hilo conductor claro.
Pero solo uno de estos segmentos destaca de verdad: el cierre, The Whale Who Wanted to Sing at the Met. En él, una ballena soñadora, dotada de un talento operístico asombroso, se convierte en el centro de una tragicomedia con tintes líricos, crítica cultural y una ejecución musical soberbia. Narrado e interpretado vocalmente por Nelson Eddy, este corto mezcla humor, emoción y tragedia con una eficacia que supera todo lo anterior.
Una apuesta musical ambiciosa… que no termina de cuajar
A nivel musical, la película intenta ser un escaparate de estilos: desde el swing de Benny Goodman hasta adaptaciones de piezas clásicas como Pedro y el lobo, de Prokófiev. Pero más allá del virtuosismo instrumental, el vínculo entre música e imagen rara vez logra conmover. Varias piezas resultan planas, impersonales o simplemente olvidables.
Visualmente, algunos segmentos experimentan con técnicas novedosas para la época: siluetas danzantes, instrumentos humanizados, juegos de luces y sombras… pero el conjunto carece de cohesión estética o narrativa. No hay progresión, ni ritmo global: solo una sucesión de ideas que no terminan de cuajar como unidad.
Recepción, legado y valor histórico
En su estreno, Tiempos de melodía tuvo una recepción tibia. La crítica valoró el intento de continuar con el formato sinfónico iniciado por Fantasía, pero fue evidente que la falta de una estructura sólida y la debilidad de muchos segmentos le restaban fuerza.
La película recaudó alrededor de 3,2 millones de dólares, una cifra modesta para los estándares del estudio. Con el tiempo, ha quedado relegada al fondo de la filmografía de Disney, recuperada esporádicamente más por su rareza que por su calidad. Algunos de sus segmentos fueron separados y emitidos como cortos individuales en televisión.
Valoración crítica
Tiempos de Melodía es un claro ejemplo de una película desequilibrada, dispersa y fallida en su mayoría, salvada únicamente por su brillante segmento final. The Whale Who Wanted to Sing at the Met justifica por sí solo una visión parcial del film, y demuestra que incluso en sus momentos más flojos, Disney podía crear una joya dentro del desorden.
Puntuación: 4,9/10
(Puntuación basada en: argumentación, personajes, banda sonora y animación).
Por supuesto, esta es solo mi opinión personal, y entiendo que para muchas personas esta película pueda tener un valor especial, ya sea por nostalgia o por su importancia histórica. Estaré encantada de leer otras perspectivas y debatir sobre ellas en mis redes sociales. ¡Siempre es interesante ver cómo una misma obra puede generar opiniones tan variadas!


Nuestras Redes Sociales